Comprimir un
archivo es reducir su tamaño. Existen muchos algoritmos de compresión. Se
pueden distinguir en dos grandes grupos:
- algoritmos de compresión sin pérdida: es posible descomprimir el archivo comprimido y recuperar un archivo idéntico al original.
- algoritmos de compresión con pérdida: no se puede recuperar el archivo original
La ventaja evidente
de comprimir uno a varios archivos es que ocupan menos espacio. Veamos tres casos
en los que resulta interesante comprimir archivos. Por ejemplo:
- quieres copiar un archivo en un disquete para llevarlo de un ordenador a otro, pero el archivo es mayor de 1,44 MB y no cabe en el disquete. Comprimiendo el archivo, puede caber ya en un disquete (y si no, los programas de compresión se encargan de repartirlo en los disquetes necesarios y luego reconstruirlo).
- quieres hacer una copia de seguridad de uno o varios archivos (una buena costumbre). Si comprimes todos los archivos en uno sólo, la copia de seguridad ocupará menos espacio.
- quieres enviar uno o varios archivos por Internet. Si están comprimidos tardarás menos en enviarlos y pagarás menos por el tiempo de conexión (y el buzón de correo del receptor lo agradecerá).
Una vez comprimido
un archivo, normalmente no podrás modificarlo sin descomprimirlo antes (salvo
que el programa que utilices realice automáticamente la descompresión y
compresión).
Puedes aplicar
cualquier algoritmo de compresión a cualquier archivo, pero lógicamente no se
puede comprimir indefinidamente. Si al comprimir un archivo obtienes un archivo
mayor que el original, es que ya has llegado al límite (aunque puede que otros
algoritmos puedan comprimir más el archivo). Normalmente no sirve de casi nada
comprimir un archivo ya comprimido.
Descomprimir
un archivo
Un archivo
comprimido es como una caja en la que puedes guardar cualquier tipo de
información (imágenes, documentos, música...), esta información se codifica y
se comprime para ocupar un menor espacio, por lo que resulta mucho más fácil
transportar tus archivos, enviarlos a través de internet o incluso
almacenarlos.
Si
para crear un archivo comprimido fue necesario seleccionar los archivos y
comprimirlos, para acceder a ellos tendremos que realizar la orden contraria: descomprimirlos.
Sigue pensando en
el símil de la caja: puedes ver lo que hay dentro, pero para trabajar con
ello antes tendrás que sacarlo.
Los programas más
utilizados son WinZip y WinRAR. WinZip comprime
tus archivos en formato .ZIP, un formato muy cómodo pues no te hará falta
ningún programa complementario para descomprimirlo, ya que Windows XP soporta
este tipo de archivos y gestiona su descompresión automáticamente (únicamente
deberás decirle en que carpeta ubicar tus archivos tras descomprimirlos). WinRAR,
sin embargo, soporta dos tipos de compresión diferentes: .ZIP y .RAR.
WinRAR se trata de
una herramienta bastante completa,
te da opción a comprimir en un archivo .ZIP (compatible) o alcanzar un mayor
grado de compresión almacenando tus archivos en un .RAR. En cualquier caso, la
apariencia de ambos programas es muy similar, por lo que el tutorial te servirá
para los dos. Como podrás observar en las imágenes, las barras de herramientas
son muy parecidas.
Para extraer los
archivos comprimidos del archivo deberás seleccionar aquellos que te interesen
y hacer clic en el botón Extract
(en WinZip) o Extraer en (en WinRAR). Recuerda que algunos archivos comprimidos
contienen archivos dependientes unos de otros, por lo que necesitarás
extraerlos todos para que funcionen correctamente.
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